Con la atención y seguimiento del personal especializado del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Chihuahua, Ana Lilia N, de 66 años de edad, dio muestra de que en la lucha contra el cáncer es posible salir victoriosa.
En punto de las 4 de la tarde, hubo un silencio impactante en el pasillo del quinto piso del Hospital General Regional (HGR) No. 01 “Morelos”, seguido por un repicar de la campana que fortalece el sentimiento de esperanza, emblema de la victoria contra esta enfermedad.
Acompañada de su familia, amigos y seres queridos, Ana Lilia N. tocó la campana de la esperanza durante tres tiempos, creando un sonido de alegría, vitalidad y felicidades a quienes tuvieron la oportunidad de estar presentes en esos momentos.
Expresó que se siente feliz y agradecida con el personal del Instituto que ha cuidado de ella a lo largo de su andar por este camino.
“Estoy feliz, muy feliz de lograr la meta. Al principio fue todo muy difícil, sin embargo tuve la oportunidad de contar con personas buenas, humanitarias, con un trato especial hacia mí, que me permitieron llegar a este día”, resaltó con una gran sonrisa.
La especialista en Oncología Médica, la doctora Ana Bertha Degollado Rodríguez, quien fuera su médico tratante comentó que en un inició se creía que era un cáncer de ovario; sin embargo, después de algunos estudios se pudo detectar con oportunidad el cáncer de carcinoma neuroendócrino de apéndice.
“Este tipo de padecimiento es poco frecuente y por consecuente su detección es rara, ya que se presenta de manera sintomática y es confundida por un cuadro de apendicitis aguda”, detalló.
“Los tumores carcinoides apendiculares son infrecuentes, aparecen principalmente en el sexo femenino entre la tercera y cuarta década de la vida; generalmente su diagnóstico es un hallazgo incidental en el curso de una apendicitis aguda”, indicó y destacó que Ana Lilia N. sobrellevó satisfactoriamente su tratamiento durante seis meses.
Entre aplausos y risas, se pudo oír la petición de un paciente que se encontraba en una de las salas contiguas; era un pequeño guerrero (paciente también de cáncer), quien le preguntó a sus padres qué era lo que ocurría afuera, y solicitó a un enfermero que le dijera a la persona que tocó la campana lo fuera a visitar.
Durante la breve plática que tuvieron Ana Lilia N. y el menor, establecieron un vínculo especial, el cual pudo ser percibido por los asistentes quienes comenzaron a llorar y
fueron testigos del amor y esperanza que puede transmitir un repicar de campanas.