La electricidad sostiene cada aspecto de nuestra vida: desde el acceso a internet hasta los servicios bancarios y médicos. Sin embargo, el apagón masivo que dejó sin luz a millones de personas en España expuso una verdad incómoda: nuestra dependencia energética es también nuestro talón de Aquiles. ¿Qué sucede cuando la modernidad se apaga de golpe?
El impacto inmediato en comunicaciones, banca y transporte
El apagón del 28 de abril afectó no solo a los hogares, sino también a infraestructuras críticas. En Madrid, el servicio de metro se paralizó y los aeropuertos tuvieron que activar sistemas de emergencia. Según El País, el evento afectó a millones de usuarios simultáneamente, provocando interrupciones masivas en comunicaciones móviles e internet.
El sector bancario también se vio afectado: varios cajeros automáticos dejaron de funcionar debido a la interrupción del suministro eléctrico, y algunas sucursales bancarias cerraron antes de lo habitual por problemas con los datáfonos, según informó la agencia EFE. Solo las entidades con generadores de emergencia pudieron mantener operativos sus servicios.
Además, las aplicaciones y transferencias bancarias estuvieron disponibles únicamente en zonas con conexión eléctrica y de red, ya que el restablecimiento del servicio fue gradual.
¿Estamos preparados para contingencias de este tipo?

La Comisión Europea ha advertido en múltiples informes sobre el aumento del riesgo de apagones en el contexto del cambio climático, ciberataques y fallos técnicos. Sin embargo, la preparación de los países varía enormemente.