La teoría del derecho penal del enemigo es un concepto desarrollado por el jurista alemán Günther Jakobs, quien sostiene que ciertas personas, debido a su supuesta peligrosidad o comportamiento contrario al sistema, son tratadas de manera distinta a los “ciudadanos normales”; es decir, estos sujetos deben ser tratados como enemigos del sistema, a quienes se les puede restringir sus derechos sin las garantías propias de un estado de derecho.
En este contexto, podríamos argumentar que la reforma del 15 de septiembre de 2024 pretende aplicar un “derecho electoral del enemigo” hacia los jueces y magistrados, quitándoles las garantías que deberían tener como actores dentro del sistema judicial, bajo la excusa de que es necesario reformar el poder judicial para evitar la corrupción o malas prácticas.
Este enfoque se puede apoyar con un ejercicio de derecho comparado, analizando cómo en otros países las reformas judiciales que vulneran la independencia de los jueces han sido vistas como actos que tratan a los magistrados como enemigos del sistema.
Hungría y Polonia han sido ejemplos recientes donde reformas judiciales promovidas por los gobiernos han sido denunciadas como intentos de erosionar la independencia judicial, tratándolos como enemigos del régimen. En ambos casos, la Unión Europea ha sancionado estas prácticas por considerarlas incompatibles con los valores democráticos de independencia judicial.
La Investigadora Principal del proyecto sobre Rule of Law en Europa, Susana Sanz Caballero, ha publicado un capítulo en el libro “Construyendo un mejor derecho. Perspectivas internacionales y comparadas”,[1] donde aporta una perspectiva completa sobre el estado actual del Estado de Derecho en Europa, especialmente sobre los casos de Hungría y Polonia.
El capítulo comienza con una mención a la distinción entre democracia liberal y “democracia iliberal”, término empleado por el presidente húngaro Viktor Orban. Mientras la democracia liberal abraza la pluralidad política, libertades civiles y la separación de poderes, la democracia iliberal parece abdicar de estos valores esenciales. En el centro de esta lucha se encuentra la independencia judicial, un pilar fundamental del estado de derecho. Este pilar, recalca la profesora Sanz, se ha visto comprometido como parte de la ofensiva sistemática del Fidesz de Orbán al sistema democrático húngaro.
Desde la llegada de Viktor Orban al poder, Hungría ha sido testigo de un deterioro deliberado en la independencia judicial. Reformas legales, cambios en la administración de tribunales y decisiones arbitrarias en el Tribunal Constitucional han debilitado la estructura judicial. La independencia judicial, esencial para contener el abuso de poder, está siendo socavada mientras el ejecutivo ejerce un control cada vez mayor sobre la judicatura.
A su vez, Polonia, bajo el gobierno del partido Ley y Justicia, enfrenta una deriva antidemocrática que afecta profundamente a la separación de poderes y a la independencia judicial. Nombramientos inconstitucionales, rebajas forzosas en la edad de jubilación de jueces, y un régimen disciplinario que castiga la independencia judicial y la colaboración entre el juez nacional y el comunitario, son algunas de las prácticas que han llevado a una situación alarmante. La fusión de las oficinas del ministro de justicia y fiscal, junto con el control del partido gobernante sobre la educación de los futuros jueces, señala un control político sin precedentes sobre el poder judicial polaco.
Otro ejemplo es Venezuela, donde la reforma del poder judicial ha buscado someter a jueces y magistrados a un control político, limitando su independencia bajo pretextos de seguridad estatal o moralidad, lo que ha sido condenado por organizaciones internacionales.
Eso, precisamente, ocurrió en nuestro país el pasado 12 de octubre cuando la Cámara de Senadores, en un alarde de odio a las instituciones, decidió simular un proceso, sin pies ni cabeza, que pretende elegir a quienes habrán de administrar justicia en este país los próximos cincuenta años.
Si quiere conocer los detalles, léame la próxima semana.
Continuará…
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Luis Villegas Montes.